HIPODROMO DE LA ZARZUELA. MADRID, 1935. (Arquitectura)

                                                    HIPODROMO DE LA ZARZUELA. MADRID, 1935.

C. Arniches, L. Domínguez y Eduardo Torroja. Con la empresa

constructora Agroman E.C.

 
 

¿Por que este es el primer ejemplo?

El repaso al proceso de diseño de esta cubierta, como en el de otros casos,

suscita una serie de preguntas, tanto a los que estudiamos las obras como a los que las hicieron. En el mismo texto citado donde Torroja describe, no sólo los edificios, sino también las inquietudes y procesos que hay en cada trabajo, se plantea una pregunta:

La invención de una forma especialmente adaptada a la

resolución de un problema concreto, ¿es estrictamente un proceso de

la imaginación, o es el resultado de un razonamiento lógico basado

en la formación técnica?

Un dilema eterno que se ha agudizado cuando la imaginación y la formación

técnica han correspondido a personas distintas. A lo que el mismo Torroja responde:

Yo no creo que sea ninguna de estas dos cosas, sino una

mezcla de ambas. La imaginación por sí sola no podría llegar hasta

un diseño así sin la ayuda de la razón, ni tampoco podría un proceso

deductivo, avanzando en etapas sucesivas de perfeccionamiento,

haber sido tan lógico y determinante como para conducir

inevitablemente hasta ello.

Esta reflexión me parece de una importancia crucial para el estudio que

empieza con este ejemplo y por ello he querido anticiparla a unas conclusiones que lo que pretenden exponer, entre otras cosas, es precisamente la idea que plantea. No es casualidad que se haya querido expresamente inaugurar la serie de casos particulares estudiados con esta marquesina.

La figura de Eduardo Torroja en el panorama de la arquitectura del siglo veinte,

y especialmente de la arquitectura de hormigón, es un claro referente no sólo por una larga experiencia de trabajo técnico, sino porque sus trabajos son chispazos de imaginación y son claros precedentes, sin duda, de algunos ejemplos posteriores de la arquitectura más emblemática que se ha producido después, en la que se ha confiado a la forma la mayor parte de la capacidad expresiva de la obra.

El problema de continuidad de una superficie que entraña este caso es simple

para alguien habituado al lenguaje de la geometría y a manejar las figuras

geométricas; es también un caso claro de obra en que las decisiones compositivas y estéticas han debido tomarse en el seno de la construcción. Sin embargo, para alguien que no conozca la geometría tridimensional puede ser algo más difícil pero no imposible de comprender. Por todo esto puede servir de puerta de entrada a los problemas que se quieren poner sobre la mesa.

 

El antiguo Hipódromo Real de Madrid, en el Paseo de la Castellana, quedaba

afectado por la ejecución del Plan Zuazo.

 

  

 

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